“los sistemas electorales surgen y actúan dentro de estructuras sociales y políticas específicas”... “al cambiar las condiciones sociales y políticas, los sistemas políticos heredados pueden tener efectos diferentes y alcanzar una posición funcional distinta en el proceso político”
NOHLEN, D.

lunes, 13 de abril de 2009

El sistema electoral de la reforma.

…”El debate sobre la reforma electoral ha girado durante mucho tiempo alrededor de las consecuencias prácticas de los cambios progresivos en el status quo. Sin embargo, por debajo de estos argumentos yacen opiniones en pugna sobre los principios fundamentales de la democracia representativa. El corazón del debate concierne los criterios centrales que debe contemplar un sistema electoral, y el problema de si un gobierno responsable y fuerte es más o menos importante que la inclusión de las opiniones minoritarias”[1]... Y por sobre todos los argumentos y diferencias se encuentra la discusión de que se entiende por representación.
…”Para los defensores del sistema mayoritario, el criterio más importante es la eficacia de gobierno. Un gobierno “fuerte” significa, en este sentido, el de un solo partido, no el de una coalición. Los partidos cohesivos con una mayoría de bancas parlamentarias pueden implementar las políticas de su programa sin necesidad de comprometerse en negociaciones post electorales con socios de coalición. El resultado electoral es decisivo para lograrlo. El gobierno puede aprobar cualquier legislación que crea necesaria durante su período de mandato, en tanto logre dominar a sus propios diputados”[2]...
Lamentablemente este tipo de ideas han gobernado nuestra patria en los últimos años y eso no es lo más grave, sino que además han educado a la población con la idea de que no es bueno negociar, no es bueno discernir, no es bueno debatir. Que desidia por la democracia. Si estos personajes ambiciosos y ego centristas tuvieran razón ¿para que existe el Congreso Nacional? Si solo estuviera en pie para votar afirmativamente lo que el oficialismo envía o negativamente lo que lo oposición proponga, no viviríamos en una república, cosa que a sombras y en silencio ocurre en nuestro país.
…“Para los defensores de las elecciones mayoritarias, el gobierno responsable de un solo partido tiene prioridad sobre la inclusión de todos los partidos en proporción estricta a su porcentaje de votos. Desde este punto de vista, el propósito de las elecciones generales es que el poder legislativo funcione como un colegio electoral indirecto que produzca un gobierno estable y eficaz. La forma en que el sistema castiga a los partidos minoritarios puede aparecer como una virtud para sus defensores, pues impide que grupos marginales de extrema derecha o izquierda adquieran legitimidad representativa, evitando así un parlamento fragmentado, lleno de “modas y maniáticos”. Pero, al mismo tiempo, si el electorado se divide entre tres o cuatro partidos que compiten a nivel nacional, la desproporcionalidad del sistema electoral se vuelve más difícil de justificar. Se castiga severamente a los partidos pequeños que llegan segundos o terceros de manera consecuente.
En lugar de gobiernos mayoritarios, los defensores de los sistemas proporcionales argumentan que son más importantes otras consideraciones, incluyendo la equidad del resultado para los partidos minoritarios, la necesidad de controles para vigilar al partido de gobierno y la representación de los grupos sociales minoritarios. Para los críticos de los sistemas pluralistas, el argumento moral para la reforma se basa tradicionalmente en la “injusticia” hacia los partidos minoritarios que logran una proporción significativa de votos, pero obtienen pocas bancas porque su electorado está disperso geográficamente. Además, arguyen, dado que en un sistema proporcional se “desperdician” menos votos, la gente está más incentivada para concurrir a votar”[3]
…”Con frecuencia, la elección de un sistema electoral parece ser mecanicista: ingeniería constitucional diseñada para llevar a cabo ciertos objetivos. Pero el funcionamiento de un sistema electoral tiene consecuencias que reflejan esencialmente conceptos enfrentados sobre la democracia representativa. Para los defensores del gobierno responsable de un partido, las consideraciones más importantes son que las elecciones deben ser decisivas para el resultado. Al partido mayoritario deben conferírsele poderes que le permitan tratar de implementar su programa durante todo el término de su mandato, sin depender del respaldo de partidos minoritarios. El gobierno y los legisladores individuales continúan siendo responsables por sus acciones ante la gente. Y, a intervalos periódicos, el electorado puede juzgar sus historiales y votar partidos alternativos como corresponde. Se discrimina a los partidos minoritarios en tercer o cuarto lugar en aras de la gobernabilidad. Desde esta perspectiva, las elecciones proporcionales pueden producir resultados indecisos, regímenes inestables, poder desproporcionado de partidos minoritarios en roles decisivos y una falta de transparencia y de capacidad para dar respuestas inequívocas en la toma de decisiones. Por el contrario, los defensores de los sistemas proporcionales argumentan que el sistema electoral debe promover un proceso de conciliación y de construcción de coaliciones dentro del gobierno. Los partidos que superan un umbral mínimo deben estar incluidos en la legislatura en proporción aproximada a su nivel de apoyo electoral. Por lo tanto, los partidos en el gobierno tienen que elaborar políticas basadas en un consenso entre los socios de la coalición. Por otra parte, la composición del parlamento debe reflejar las principales divisiones en la composición social del electorado, de manera que los intereses de todos los ciudadanos tengan una voz en la legislatura. Desde esta perspectiva, los sistemas mayoritarios recompensan en exceso al ganador, produciendo una “dictadura electa”, en la cual el gobierno puede implementar sus programas sin necesidad de consultar ni de comprometerse con otros partidos en el parlamento. Además, la inequidad y los resultados desproporcionados del sistema electoral fuera de las contiendas bipartidistas significan que algunas voces del electorado quedan sistemáticamente excluidas de los organismos representativos”[4]….
El problema se potencia cuando al sistema elegido o vigente se le agrega el sistema de partidos políticos y sus métodos de elección de candidatos. La preselección de candidatos, directamente elimina la posibilidad de elección, literalmente expresada, ya que nos presentan candidatos, que al menos en nuestra argentina de hoy, no son representantes de ningún elector, la mayoría de los votantes no quieren votar a nadie.
Entre los argumentos de los defensores de los sistemas mayoritarios se encuentra el hecho de que la población se ve más tentada de ir a votar puesto que en este tipo de sistemas hay menos votos desperdiciados. Yo les contesto que ningún voto es un desperdicio y además la gente esta tentada de no asistir a votar sin saber que lo hace con uno u otro sistema, no quiere votar porque ninguno de los candidatos es su representante.
Cada uno de los sistemas electorales conocidos produce un efecto distinto, con algunas ventajas y sus propias desventajas. La combinación de sistemas hace que las ventajas cambien, se nutran, y las desventajas se morigeren.
Por lo tanto, no existe un solo sistema “mejor”: estos argumentos representan conflictos de valor irresolubles. En el diseño constitucional, parece que, a pesar de la atracción que ejerce la “ingeniería electoral”, no hay elecciones fáciles.
Esto es una telaraña difícil de desarmar quizás por que no es necesario desarmarla.
Haré una lista con las distintas virtudes de cada sistema electoral:

· Eficacia de gobierno.
· Capacidad para dar respuestas.
· Un pequeño viraje del voto popular es suficiente para llevar a la oposición al gobierno.
· Se suele sostener que existe un mayor incentivo para legislar a favor del electorado en distritos uninominales que en grandes distritos plurinominales.
· El vínculo entre los ciudadanos y su representante de distrito otorga a los ciudadanos una voz en los asuntos de la nación, y hace responsables a los legisladores de los asuntos locales.
· Un gobierno estable y eficaz.
· El electorado puede juzgar sus historiales y votar partidos alternativos.
· Los partidos que superan un umbral mínimo deben estar incluidos en la legislatura en proporción aproximada a su nivel de apoyo electoral.
· Conciliación en la construcción de coaliciones.
· Los intereses de todos los ciudadanos tengan una voz en la legislatura.

El sistema electoral que impulsa esta reforma abraza todas esas virtudes de los sistemas mayoritarios, proporcionales, mixtos, etc.
Recordemos que en la introducción del presente trabajo hablamos que la realidad electoral del país requería una reforma comprometida, tomada como un todo inescindible.
Este proyecto de Código Electoral Nacional, no solo modifica el sistema en cuanto si será mayoritario, proporcional, con piso legal, sin piso, etc. modifica todo.
Inicialmente el sistema electoral no podrá ser analizado simplemente a ojos de analistas que comparan unos con otros, por que el acceso a las candidaturas que impulso no tiene precedentes, y esta simple alteración de los poderes partidarios, arrojaría distintos resultados a los actuales incluso con los sistema electorales que se encuentran en vigencia.
El nuevo sistema electoral estará caracterizado por la elección directa sin internas partidarias de cargos legislativos, por simple mayoría de sufragios en distritos uninominales en listas abiertas mediante un sistema de votos de preferencias y castigo para los Diputados Nacionales, Provinciales y Concejales; y elección directa en doble vuelta, luego de la elección previa, de Senadores en distritos uninominales Y en los cargos ejecutivos mediante la elección directa, luego de las internas partidarias obligatorias semi abiertas, en doble vuelta electoral.
El siguiente cuadro resume la idea del párrafo anterior.
[1] PIPPA NORRIS, Cómo elegir sistemas electorales: Sistemas mayoritarios, proporcionales y mixtos. Universidad de Harvard, Comparando instituciones políticas, edición especial del International Political Science Review, Vol. 18 3, julio de 1997, págs. 297-312. Editado por Jean Laponce y Bernard Saint-Jaques.
[2] Idem, nota 19.
[3] Idem nota 19.

[4] Idem nota 19.



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