“los sistemas electorales surgen y actúan dentro de estructuras sociales y políticas específicas”... “al cambiar las condiciones sociales y políticas, los sistemas políticos heredados pueden tener efectos diferentes y alcanzar una posición funcional distinta en el proceso político”
NOHLEN, D.

lunes, 13 de abril de 2009

Abolición de las Cámaras de Senadores Provinciales.

Los Senadores Provinciales, ¿a quien representan? Los Senadores Nacionales representan a cada una de las provincias. Esto es más que claro, y los provinciales según usos y costumbres a los distritos en los que son electos.
Es un problema mayúsculo poder generalizar en toda la Nación a quien representan los legisladores de las cámaras altas provinciales.
De las veintitrés provincias argentinas quince tienen congresos unicamerales y ocho bicamerales. Porque esta diferencia en la representación política de los ciudadanos de un mismo país, y con los mismos derechos “…todos sus habitantes son iguales ante la Ley…”[1]
Ocupémonos de las ocho provincias bicamerales:

· Buenos Aires
· Catamarca
· Corrientes
· Entre Ríos
· Mendoza
· Salta
· San Luis
· Santa Fe

Únicamente dos de estas provincias eligen a sus senadores en secciones electorales distintas a sus divisiones políticas, Buenos Aires y Mendoza. Buenos Aires elige de acuerdo al siguiente detalle:

· SECCION CAPITAL, elegirá tres senadores
· SECCION PRIMERA, elegirá ocho senadores
· SECCION SEGUNDA, elegirá cinco senadores
· SECCION TERCERA, elegirá nueve senadores
· SECCION CUARTA, elegirá siete senadores
· SECCION QUINTA, elegirá cinco senadores
· SECCION SEXTA, elegirá seis senadores
· SECCION SEPTIMA, elegirá tres senadores

Mendoza elige de acuerdo al siguiente detalle:
· SECCIÓN PRIMERA, elegirá 12 senadores
· SECCION SEGUNDA, elegirá 10 senadores
· SECCION TERCERA, elegirá 8 senadores
· SECCION CUARTA, elegirá 8 senadores

En que se basa esta diferencia con el resto e las provincias argentinas nadie lo sabe. Lo cierto que muchos son los que han sugerido la unicameralidad, de hecho el ex Ministro del Interior Ramón Mestre envió a todas las provincias bicamerales un comunicado con carácter de solicitud para que sus constituciones fueran adecuadas a la unicameralidad.
No obstante lo dicho casi la totalidad de los que proponen la unicameralidad de las legislaturas provinciales lo hacen únicamente con el afán de la reducción del gasto público. Y al no presentar más argumentos que este los defensores de la bicameralidad le responden con estadísticas, reales por cierto, …”las provincias más caras de la Argentina son unicamerales. Formosa, unicameral, tiene un gasto anual por legislador de 1.580.000 pesos, el 7% del presupuesto de la provincia. En Chaco, que también tiene una sola Cámara, el costo es de 1.200.000 pesos anuales por legislador. Tucumán también tiene un costo altísimo. Por otra parte, Mendoza y San Luis (ambas bicamerales) están sindicadas como las que menos gastan en relación a sus presupuestos. Hay que quitar de la discusión que bicameral es más costoso que unicameral, porque no es así”…[2].
Es verdad que estas estadisticas se toman, y se sacan de contexto real para justificar o fundamentar una posición. Para darle una real lectura habría que observar no solo lo que se gasta, sino en que se gasta. Pongamos un ejemplo para entender el concepto, cuantos legisladores tiene Formosa y cuanto el Chaco.
El gran tema vuelve a ser el de la representación, además del gasto. Porque como simple respuesta a estas estadísticas, con tan solo un poco de criterio, se puede afirmar que para gastar tanto en una única cámara legislativa el gasto es como mínimo: EXCESIVO.
Por eso no puede discutirse aisladamente si la unicameralidad o la bicameralidad son más o menos costosas sin detenerse en los presupuestos legislativos de las provincias. El análisis detallado de los mismos excede los límites de este trabajo, pero sin lugar a dudas ni temor a equivocarme puedo afirmar que la unicameralidad es más económica en tanto y en cuanto se reduzca el número de legisladores y se administren con criterio los presupuestos de las legislaturas.
Tomemos como ejemplo el caso de la provincia de Mendoza, esta dividida políticamente en diecinueve departamentos, tiene una Cámara con cuarenta y ocho diputados y un Senado con treinta y ocho miembros, un total de ochenta y seis legisladores para un millón cincuenta y seis mil ochocientos ocho electores, según el censo de 2.001. Pongamos que la reforma esta hecha, tendríamos una legislatura única con diecinueve miembros, cada uno representando al pueblo, al electorado de “su” lugar, con una fuerte pertenencia y lazos palpables que obligan a trabajar esforzadamente. Es obvio que en Mendoza se gastaría muchísimo menos que en la actualidad, aún sin tocar las dietas.
Sin lugar a dudas el caso más paradigmático en cuanto a población es la provincia de Buenos Aires, un distrito hipertrofiado. Buenos Aires se divide políticamente en ciento treinta y cuatro partidos, tiene una Cámara con noventa y dos diputados y un Senado con cuarenta y seis miembros, un total de ciento treinta y ocho legisladores para nueve millones doscientos ochenta y cuatro mil novecientos quince electores, según el censo del 2.001. Si la reforma planteada estuviera realizada Buenos Aires contaría con una legislatura única con ciento treinta y cuatro miembros, tan solo cuatro menos que en la actualidad. En esta provincia el ahorro, pasando al sistema unicameral, no sería nada significativo, siempre respetando las dietas actuales, pero el electorado se sentiría identificado con alguien determinado dentro de la nueva cámara legislativa. Por eso la unicameralidad no sólo debe impulsarse como un mecanismo de ahorro sino como una forma más de combatir la crisis de representación instalada en nuestra sociedad.
En la gran mayoría de las provincias bicamerales la mutación a la unicameralidad traerá aparejado como consecuencia la reducción del gasto. Pero ese no es el efecto buscado. Es un buen efecto colateral, pero como ya he dicho antes, no se quiere reducir costos en detrimento de la representatividad. Lo que conseguiremos, como fue plasmado antes es la identificación de las personas de los barrios con el candidato. Por esto también hay que modificar algunos sistemas electorales de las provincias, que aunque uninominales, no presentan una fuerte identificación representante-representado.
Algunos opositores a la unicameralidad fijan como argumento el control que ejerce una cámara sobre la otra recíprocamente. Para este punto la respuesta de la reforma es simple, y con más efectos colaterales beneficiosos. Las cámaras deberán dividirse en dos salas que se formarán por sorteo, así se deberán cumplir los requisitos procesales de la sanción de las leyes, quórum, mayorías, etc. de esta manera una sala fiscalizará a la otra y como augurioso efecto colateral, las mayorías que eventualmente pueda conseguir una fuerza política se verán debilitadas en el sorteo, ya sea que todos sus miembros queden en una sala o repartidos en ambas. De esta forma también se alimentará en las legislaturas provinciales el disenso, la discusión y la actividad democrática. Y se atentará contra el voto en bloque.
No se justifican dos cámaras en las Legislaturas provinciales ya que no hay diferencias sustanciales en la representación de cada una, como en los estados federales, donde una representa al pueblo y otra a las provincias. Los departamentos en las provincias no son entidades como estas, son simples dibujos en el mapa dentro de los cuales se eligen los senadores, sin que haya equivalencias territoriales ni poblacionales. Basta con una cámara, donde sus integrantes sean elegidos por departamentos directamente por el elector sin la participación de los partidos políticos.
…“La diferencia de edad mínima como requisito para ser diputado o senador, no marca, por el promedio de edad ni por el temperamento, ni por el origen aristocrático (como en la de los Lores en Gran Bretaña) de sus integrantes, una diferencia entre una cámara 'joven', impetuosa, y otra 'alta', conservadora, que haga honor al nombre de Senado, que tiene la misma raíz etimológica que senil.
Tampoco justifica, las dos cámaras el que para sancionar la ley deba pasar de una cámara a la otra, ya que ello no garantiza mayor debate ni reflexión en la gestación de la misma. Esto se obvia, en la única cámara, con la división en dos salas, lo que además rompe mayorías o bloques que deseen continuar con su política de patronazgo.
Son 16 distritos (provincias y ciudad de Buenos Aires) argentinos con una cámara, contra 9 provincias bicamerales. Todos los municipios del país son unicamerales. Las federaciones de Brasil, México, Canadá y Venezuela tienen una cámara en todos sus estados miembros, equivalentes a nuestras provincias. Estados Unidos sólo en el estado de Nebraska que tiene curiosamente sólo un Senado, los demás tienen dos. En Europa: Alemania Federal y la República Federal de Austria tienen en sus respectivos landers o dietas (equivalen a las provincias), una sola cámara.
Los 133 legisladores (67 senadores y 66 diputados) que la Provincia de Córdoba tenía antes de pasar a la unicameralidad, no se compadecen con Santa Fe, que tiene 69 (50 diputados y 19 senadores) y la ciudad de Buenos Aires, que tiene una cámara de 60, con algo más de población. Tienen menos legisladores y más habitantes que Córdoba: Uruguay (129), Honduras (128), Paraguay (125), Guatemala (105), Nicaragua (90), El Salvador (84), Puerto Rico (78) y Costa Rica (57). No es lógico que el Senado sea mayor que la Cámara de Diputados en Córdoba, ni que tenga sólo un senador menos que el Nacional (68), ni que sea mayor al de Chile (47), Paraguay (30), Uruguay (30), Puerto Rico (27) y Bolivia (27).
Muchos estados nacionales tienen una cámara como Venezuela -a pesar de ser federal-, Perú, Ecuador, Guatemala, Cuba, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Portugal, Finlandia, Israel, y los estados insulares del Caribe, entre otros”[3]...
…”La reforma política en las provincias pasa, entonces, por la reforma constitucional, que termine con la bicameralidad, la proporcionalidad petrificada, la lista sábana, la reelección indefinidas y los odiosos privilegios de los representantes, y revise el mapa departamental.
Los gobiernos deben acertar en sus decisiones, pero también necesitan, cada tanto, corregir la Constitución, que para Juan Bautista Alberdi es la carta de navegación, que señala el rumbo”[4]
[1]Artículo de la Constitución Nacional.
[2] GIULIANO, Diego, profesor de Derecho Constitucional Público Provincial y Municipal de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de Rosario, Mitos Y Realidades de la Bicameralidad, Declaraciones al Diario La Capital de Rosario, entrevistado por Mauricio Maronna.
[3] GENTILE, Jorge Horacio, La Revolución Política Cordobesa
[4] Idem nota 17.

4 comentarios:

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  2. [RE-EDITADO] Diputados, senadores, y bla bla bla... todos puestos de relleno para robar más al pueblo.

    Cargos inútiles y de sueldos ridículamente altos para lo poco o nada o mal que hacen al país, tendría que haber únicamente 3 poderes bien definidos con sólo 1 ó 2 representantes y punto.

    Intendente, Gobernador, Presidente (Ejecutivo); Centro Vecinal, Concejo Deliberante, Congreso (Legislativo); etc. En orden ascendente desde ciudad/pueblo a provincia hasta la nación respectivamente, y sin exceso de puestos ni salarios.

    No hace falta mucha gente, hace falta mucho trabajo.

    De paso, así, es mucho más fácil controlar a todos: quién asiste y quién falta, quién trabaja y quién calienta silla, y así poder sancionar como corresponda a los que no cumplan con su deber.

    Además, reduciendo radicalmente cargos y sueldos políticos, queda más para aumentar los salarios de los trabajadores y también se pueden crear otros puestos burocráticos y protocolares más útiles, con sueldos moderados pero dignos.

    Para mí tendrían que sustituir muchos cargos de funcionarios por otros más pragmáticos, de bajo rango pero igual que igual tengan prestigio, lo de lo "burocrático" es justamente para agilizar la fluidez del sistema para que deje ser tan lento o inoperante, y lo "protocolar" sería precisamente para cubrir esos eventos o actos inútiles que hacen los mandatarios para figurar o por cuestiones de campaña y demás, que quitan tiempo valioso para que en realidad se pongan a laburar.

    Si los hace otro por ellos, en su representación y con un código protocolar oficial, no tendrían excusa para perder el tiempo en esas cosas que sólo son una formalidad.

    Es un simbolismo necesario, pero no deberían encargarse ellos, porque su función es otra.

    Interesante blog, no coincido con algunas ideas o propuestas tuyas, pero en el disenso también se puede encontrar algún consenso, y se puede aprender y crecer, de eso se trata una verdadera democracia. Saludos.

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  4. Todos ésos son cargos parasitarios del Estado. Deben desaparecer, y reducirse a lo mínimo básico los cargos y sueldos de funcionarios. Para "distribución de la riqueza", hay que "recortar" a los políticos.

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